Simbolismo


Salomé danza Delante
de Herodes
 ( Salomé o tatuada )
Detalle 1876
Gustave Moreau
Simbolismo – La Mujer Fatal 
Charla realizada en la Casa de la Cultura de Gualeguaychú - Entre Ríos

Luego de la crisis económica que afectó Europa a mitad de siglo y los cambios políticos, en Francia no sólo finaliza una etapa política, sino también, una forma de ser. Si bien esta se encuentra con mayor atraso con respecto a Inglaterra, los progresos materiales provocados por el desarrollo de la industria, empezarán a cambiar el modo de vida francés. Los avances de la ciencia y la industria, repercuten socialmente por los traslados en masa de la gente de campo hacia las ciudades en busca de trabajo en las industrias, esto hizo crecer al proletariado dejando inactivo al artesano por obsoleto, como consecuencia trajo aparejado un gran problema socioeconómico.

Es un mundo reconquistado por la burguesía, prima sus intereses prácticos, su moral mezquina y su culto al dinero. Esta sociedad brutal y perversa había sustituido la espiritualidad por la sensualidad, situación que les traerá gran angustia existencial provocada por este mercantilismo sin límites ya planteado en Inglaterra con la revolución industrial entre los años 1780 / 90.

Es una sociedad hipócrita que se divide entre los que presumen en ser gente de bien y los que fingen no conocer el mal, como ser: el adulterio, la prostitución, el alcoholismo y las enfermedades de transmisión sexual; apareciendo estos temas tanto en el arte como en la literatura de esta segunda mitad del siglo XIX.

En éste contexto se desarrolla el espíritu Simbolista que tiene sus orígenes en el Romanticismo, desarrollándose como una tendencia, primero anterior, y luego paralela al Impresionismo; funcionando como antítesis del mismo.

El Simbolismo trata de provocar reflexiones sobre este mundo, en forma idealista y espiritual, comunicando el misterio de las cosas, es decir, la realidad secreta, mágica y religiosa de estas cosas.

Este encuentra apoyo en la literatura de sus contemporáneos y sobre todo en Mallarmé.

De todas formas estos enunciados no planteaban divisiones absolutas ya que ambas tendencias convivían en un mismo autor. El mismo Mallarmé se definía como poeta impresionista y simbolista. Lo mismo ocurría con artistas como Gauguen, que trabajaba sobre la síntesis de ambas tendencias.

Épocas de manifiestos: el 18 de septiembre de 1886 aparecerá el manifiesto del Simbolismo literario publicado en “Le Figaro” por el poeta Jean Moréas, y el 9 de febrero de 1891 George Albert Aurier publicará en el “Mercure de France” las reglas del Simbolismo en pintura donde decía básicamente que: El artista provisto de talento junto con la emotividad debe hace estremecer el alma.

El artista Carrière dice que: “El ojo, depende del espíritu”; de sus observaciones sobre la creación y la naturaleza arma una especie de transformismo de lo vegetal en lo humano, por la forma de enlazar las figuras. Rodin adhería a esta atmósfera de Simbolismo y con Carrière, existe una afinidad entre las parejas enlazadas del escultor y las maternidades del pintor. Estos dos artistas fundan juntos la Sociedad Nacional de Bellas Artes en 1890 en el café Voltaire, que será la Nueva Atenas de los simbolistas.

La pintura, al perder su tradicional función social, pasa a ser un objeto de investigación donde se descubren, a través de la sensación visual los procesos de la mente en sus tres estadios, el subconsciente, el consciente y el supraconsciente.
El Simbolismo es uno de los componentes esenciales de la corriente “modernista” e influye no sólo en la pintura sino también en la arquitectura, que podemos ver en la obra de Gaudí, en la decoración, bajo el Art Nouveau y en el vestir.

Dentro de lo que fue el Simbolismo en ciertos artistas como Gustave Moreau, la mujer tuvo un papel protagónico, y este artista en su obra graficará la mentalidad de la época con respecto a ella. Esta mentalidad está marcada por la imagen bipolarizada que se tenía de la naturaleza femenina.

La hija de Eva, marcada por su alianza con el demonio, está en un permanente riesgo de caer en pecado. Se piensa que conoce los mecanismos íntimos de la vida y la muerte.

Al mismo tiempo que se identifica con la naturaleza, vive bajo el peligro de caer víctima de las fuerzas más oscuras, llevándola a los excesos de la ninfómana o de la histérica.

La iglesia toma la imagen de Eva como la hija espiritual de María, y con esto polarizará positivamente la imagen femenina.

Tenemos aquí al ángel bueno que protege al hombre, la imagen viva de la piedad, nacida para la caridad; que tiene la misión de ser la mensajera y mediadora ideal entre el hombre y el mundo invisible. Esta virgen etérea y diáfana niega hasta tal punto la sexualidad de su compañero, que se vuelve inquietante, insidiosa y castradora.

Aquí es donde se cierra el círculo, el hombre, es la víctima de quién ha elevado a la escala de ángel, para que pudiera exorcizar mejor su animalidad, y como los extremos se tocan, se vuelve a encontrar con la imagen de la perversión.

Por otro lado tenemos el miedo del burgués con respecto al campesino, que está llegando en masa a las ciudades en busca de trabajo. El burgués piensa que por su condición de inculto, es un salvaje que lo va a contaminar con sus bajos instintos, como si ya el burgués en sí mismo no los tuviera. Todo esto se trata de un estereotipo elaborado por una burguesía ansiosa que, ante el desarrollo de una clase peligrosa, de bajos recursos, hacinada en una ciudad brutal, se da al vicio como escape de esta situación; poniendo en relevancia los problemas socioeconómicos que trajo aparejado el progreso de la industria.

En literatura es Baudelaire quien será representante del Simbolismo en su obra “Las Flores del Mal”, en ésta obra se verá reflejada la visón dualista de a la mujer. Pero Baudelaire tiene reservado un lugar especial y ambiguo a la Madonna, esta es por un lado, la madre por excelencia, fuente de todo amor; pero al mismo tiempo, el amor hacia la madre, se convierte en un sentimiento edípico inconfesable; o sea que, por un lado tenemos los atributos de la Madonna, y por el otro, el valor que estos atributos adquieren para el artista, ya que en el texto francés Marie rima con barbarie y este juego siniestro de palabras son las que construyen la ficción.

Casi todos los artistas simbolistas fueron grandes lectores. Su culto estuvo alimentado no sólo por Baudalaire sino también por Flaubert en Salambô, por la Salomé de Oscar Wilde y por Edgar Allan Poe, entre otros.

Este arte tiene también afinidad con los Prerrafaelistas ingleses, que también reaccionaron contra el materialismo y el maquinismo imperante.

Su propósito consistió en rescatar la sensibilidad y la simplicidad de procedimientos tal como lo hacían los pintores italianos anteriores a Rafael.

Sentían una gran aversión por el arte oficial y giraron hacia el lirismo literario. Su fundador fue Dante Gabriel Rossetti, al que lo obsesionaba la belleza femenina como en su obra “Beata Beatrice”.

Para explicar el Simbolismo desde un punto de vista sociológico, diremos que constituye una de las reservas intelectuales en donde la burguesía capitalista basa sus pretensiones de tener en sus manos la dirección de la cultura. Esto hace que estas manifestaciones artísticas de alto nivel intelectual, se mezclen con fenómenos de moda como el Art Nouveau y con un mediocre mal gusto burgués como fue el Kitsch.

Desde Francia el Simbolismo se extendió a Suiza conformando la obra de Hodler
Y donde se desarrollo ampliamente fue también en Bélgica donde uno de sus máximos representantes fue Féliciene Rops. Personaje sínico cómico a la vez.

Para dar una idea formal del Simbolismo, diremos que: la pintura se independiza del modelo natural.

A diferencia de otros movimientos artísticos, no buscaba una unidad estilística, sino una actitud mental y espiritual que permitiera muchas variantes, así fue como jugó en esta escuela tanto el arte egipcio, como el de la antigua Grecia y el del 1º Renacimiento, de una forma arbitraria y adaptada a las propias necesidades del artista.

Odilon Redon Burdeos 1840 - París 1916

Mujer Velada

Fue un artista que recién en 1886 fue descubierto por los literatos simbolistas del grupo de Mallarmé. Admiraba el diseño antiguo, especialmente el de Leonardo.

En su juventud frecuentaba al botánico y filósofo Armand Clavand, pensaba que si bien los filósofos tienen una parte de la verdad, no la tienen toda. Critica duramente a los impresionistas porque dice que sólo se remiten a cultivar el arte en el campo visual, decretando la ley fundamental del Simbolismo en la siguiente formulación: “Nada se hace en arte sólo por la voluntad. Todo se hace por la sumisión dócil a la llamada de lo inconsciente”. No olvidemos que Freud nace en 1856 y muere en 1939, así que para finales de siglo ya estaba experimentando para formular su teoría sobre el inconsciente.

Del análisis pasa a la síntesis, del grafismo minucioso a las grandes manchas de color donde las flores podían ser mariposas y las figuras estañas flores.

El origen de su obra está en el año 1875 cuando se encierra en las tinieblas del carboncillo y la litografía causando estupor con su álbum “El Sueño” de 1879 cuyas estampas muestran un astro extraño que adquiere la forma de un ojo desorbitado; serie de 6 litografías dedicadas a Edgard Allan Poe como tributo a la pasión de este por lo extraordinario y lo sobrenatural y la serie “Los orígenes” de 1883.

Es a finales de los años ’90 y durante sus últimos 15 años de vida donde su obra cobra color chillón y musical utilizando pastel y óleo. Es en estos años donde se trasparenta la esperanza en varios cuadros donde figura el “Carro de Apolo” que transporta el sol a través del cielo.

Pintó mágicos ramilletes de adormideras y margaritas, perfiles recortados en un aura luminosa, conchas que parecen aprisionar todavía a Venus.

Otra de sus obsesiones fue el tema del ojo que trató con diferentes matices, dándole una significación particular de tal manera que: abierto era símbolo de conocimiento universal, y cerrado como símbolo de vida interior y soledad.

Otra de sus particularidades fue la evocación de la mujer llorosa tras el velo, fluctuando entre el delirio y el esplendor.

Fue compañero de Mallarmé y admirador de Delacroix y de Goya, al cual también le dedica en 1885 una serie litográfica inspirada en la “pintura negra” del gran artista.

Pierre Puvis de Chavannes Lyon 1824 - París 1898


Fue discípulo de Eugène Delacroix, aunque sus modelos durante el aprendizaje fueron los propuestos por Ingres. Hace pintura mural la que alterna con la de caballete. Durante la mayor parte de su carrera se dedicó a pintar grandes murales para los edificios públicos franceses; bajo la técnica del “marouflage”, que era un gran lienzo monumental que preparaba en su estudio y luego se encolaba al muro, fingiendo ser un mural auténtico. Si bien militó en el Simbolismo, fue el más moderado de todos, siendo su obra sumamente decorativa.
En su pintura “El Pobre Pescador” de 1881, que si bien está tratada con gran simplicidad, se ajusta a lo que Gauguen llamaba “Saintaise” palabra inventada por él, la cual no tiene traducción, ya que es un juego de palabras entre santificación y synthèse (síntesis); esto explica por qué tanto Gauguen como Seurat llegaron a copiar esta tela, ya que veían en él “el dibujo simplificado” junto a la tendencia monumental.
En sus obras “Bosque sagrado” y “Tierra Placentera” extrae las figuras de la estatuaria grecorromana, en “Bosque Sagrado”, representa a las nueve musas de las artes y a las tres alegorías de las Bellas Artes como un grupo de jóvenes que retozan en un bosque idílico. Su pintura es tranquila, fría e irreal; recreando temas clásicos y llevándolo hacia una dimensión mística. Este tipo de escenas tuvo mucho éxito en su época, tanto entre los conservadores por obvias razones como entre los vanguardistas porque apreciaban la serenidad y equilibrio de su pintura.

Gustave Moreau París 1826 - París 1898


Fue inicialmente un pintor academicista de gran formato, dedicado a los temas históricos, la pureza de su línea la debe al aprendizaje inicial en la Academia, así como a la herencia pictórica de Ingres.

Bajo esta premisa expuso en el Salón Oficial, pero ya en la década de los ‘70 queriendo romper con lo anecdótico y lo narrativo de la pintura vigente, deja de concurrir a los salones oficiales y se aísla. Se transforma en un diletante solitario enemigo de las exposiciones, trabajando en su taller privado donde sólo podían entrar sus alumnos, los que él mismo formaba en la Escuela de Bellas Artes de París. Se volcó al estudio documental de la mitología y de las religiones y se entregó a un misticismo teológico que aunque hecho de confusiones místicas y esoterismo, le conducirá a un análisis general y preciso del alma humana.
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Moreau ha sido reconocido como mentor de jóvenes talentos, los que serían, los futuros Foves. Supo ver de inmediato el talento de sus alumnos entre los que se contaban Matisse y Roault; quienes aprendieron de su pintura y a los que dejó trabaja en total libertad sin imponerles ningún tipo de normas, actitud propia de un gran maestro.

“Simplificarán la pintura” decía Moreau cuando hablaba de sus alumnos, sabiendo el papel determinante que él mismo estaba jugando con su postura imaginativa y antipositivista. “Yo soy el puente que alguno de vosotros atravesareis”, les decía, a la luz de los acontecimientos es algo que no podemos dejarle de reconocer.

Recién a partir de 1886 hasta su muerte aceptó cargos oficiales y el reconocimiento de las instituciones académicas.

Para explicarnos mejor cómo fue desarrollándose su estilo, diremos que, fue un hombre culto, coleccionista de arte bizantino, persa e hindú. Decididamente antirrealista nos dice: “No creo en lo que toco, ni en lo que veo. Creo... en lo que siento”.

Lector ferviente de Poe y Baudelaire, es llevado por estos al camino que va del éxtasis a la pesadilla. Pretende en su pintura hacer visible lo que sabe que únicamente pertenece al campo del espíritu.

Su pintura de corte literario, recrea mundos orientales como salidos de Bizancio o de Persia.

Tomó con frecuencia temas de la mitología griega como fuente de inspiración. La historia de los dioses olímpicos le sirvió como excusa para dar explicación a las pasiones y debilidades humanas. Se interesó por todo tipo de variantes sexuales como ser: el complejo de Edipo, la homosexualidad, la iniciación en la adolescente. Consideraba a la mujer como un instrumento diabólico que introducía en este mundo todos los males y perversiones siendo dueña siempre de la situación.

Desde el punto de vista pictórico configuró un estilo libre, su pintura está recargada de materia por lo que la superficie resulta irregular; provoca cortes bruscos de color, creando un ambiente casi amenazador lleno de angustia y gran tensión en medio de ambientaciones mitológicas.

A fines de los años ‘70 principios de los ‘80, trabaja la acuarela, creando un nuevo lenguaje visual. Y aquí tenemos que detenernos para hablar de la célebre acuarela presentada en el Salón de 1876 “La Aparición”, es la historia de Salomé, a la que representó de formas variadas, transformándose casi en una serie. Obsesionado por la belleza femenina, convirtió a este personaje en central y emblemático de su pintura, impregnándolo de un demonismo erótico, que ya venía impreso desde un principio en el mismo personaje. Símbolo de la mujer bella, decadente y perversa, la representó en su desnudez adornada con joyas en cuyo cuerpo dibujó filigranas de insidiosos tatuajes y ubicándola dentro de un ambiente sobrecargado de suntuosidad.

Su obra está repleta de esfinges, grifos, hidras, unicornios y flores místicas.

Moreau nos dice de su Salomé: “Esta mujer simboliza la mujer eterna: un pájaro caprichoso, a menudo fatal, que atraviesa la vida con una flor en la mano buscando un ideal vago, casi siempre terrible. Siempre avanzando, pisándolo todo, incluso genios y hombres santos. Esta danza se baila, este misterioso paseo se desarrolla ente la fija mirada de la atónita muerte y el ejecutor con su espada”.

El Simbolismo alternativamente seguirá ejerciendo su influencia: volverá a tomar fuerza con el expresionismo del Baue Reiter, especialmente con Kandinsky y con Klee y las distintas corrientes de la vanguardia europea.

Tras la 1º Guerra Mundial se manifestará en Francia con el Surrealismo basado en la experiencia onírica como revelación de la realidad profunda del ser, esto de la mando de Freud, quien elabora un método riguroso, donde el mundo de lo inconsciente no es inaccesible, y su realidad se revela precisamente en los sueños que antes se consideraban una irrealidad. Luego de la 2º Guerra Mundial se revela a través de las tendencias “informales” ligadas a las filosofías existencialistas que rechazaban la distinción entre consciente e inconsciente.

Así vemos como por intermedio de la simbología los artistas se han expresado a lo largo de toda la historia del arte, y desde los tiempos más remotos hasta la actualidad creando un sistema de símbolos afín a la época para dar respuesta a las necesidades políticas, religiosas o espirituales de su tiempo.

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