Emilio Torti

Diagramas de del Presente

Emilio Torti

Nuevas tecnologías para representar viejas enseñanzas. Una búsqueda interior llevó a Emilio Torti al estudio del “Ichinen sauzen”, que significa: “Tres mil reinos en un simple momento de vida”, filosofía expuesta por T’ient’ai de China, basado en el Sutra del Loto. La expresión “tres mil” significa las tres mil condiciones que puede manifestar la vida en un simple momento. Es “ese instante” en el que prevalece la elección de una posibilidad en detrimento de otra, y así se arma nuestro devenir en una sucesión de causa-efecto.

Cuando Emilio Torti toma conciencia de este hecho, la línea que como sabemos, está formada por una sucesión de puntos, toma el estatus de vida como sucesión de instantes. El trazo no es el simple accionar del artista sino el diagrama del flujo de la vida.


En su obra podemos ver encadenamientos, interrupciones, desplazamientos y superposiciones, representación de hechos en unión temporal. Queda latente así la paradoja de encontrarse consigo mismo. Cada línea pertenece a una posibilidad de vida diferente dentro de una misma fracción de tiempo. Esa cuidadosa elección está reflejada en la serie de dibujos a lápiz blanco sobre fondo negro, llamada “Diagramas del Presente”. La línea precisa da cuenta de un accionar meditado, estudiado y cuidado, poniendo de manifiesto su compromiso con la existencia misma.

El artista se desplaza en el devenir de dos mundos paralelos. Uno de ellos se encuentra en la dimensión digital, ese mundo virtual donde las cosas aparecen y desaparecen en un pestañeo, donde la existencia de los seres puede cambiar con sólo un clic. El otro mundo es el real, el de las cosas palpables, donde nada goza de tanta inmediatez, los tiempos se extienden y los avances y retrocesos llevan horas de ejecución. Ambos mundos nos pueden parecer ajenos en sus formas y entornos, pero en los dos se encadenan hechos que provocan efectos y el artista es el hacedor que los concilia en un único final.
Su obra “Mi vida en un instante” pertenece a estos dos mundos. El artista comenzó a pintar la tela hace 7 años. Pasada luego a imagen digital, siguió con la reconstrucción de su propio Samsara (el Budismo, llama samsara a la vida de sufrimientos que llevamos hasta que el aprendizaje nos trae la iluminación y entramos en la Budeidad). En ella plasma su interior: miedos, pesares, búsquedas, aprendizajes, preguntas y quizás alguna respuesta. Infinidad de  personajes y situaciones superpuestas en diferentes registros. Frente a este cuadro se siente el aliento vital del Bosco.

Su producción es hermética, como el interior de cada uno de nosotros. Poca importancia tiene el que se valga de medios digitales o gráficos, la precisión y pureza de la línea son tan reales y palpables tanto en un mundo como en el otro. Artista autodidacta bebió de la experiencia personal y de la elección de cada maniobra con el lápiz.
Lejos de cualquier nota surrealista, su obra es la plasmación de la realidad, o del conjunto de realidades posibles, o del flujo de todas las alternativas fluyendo en la misma línea de tiempo. Su obra nos susurra al oído que todas la posibilidades son viables hasta que seleccionamos una, y esa se convierte en nuestra única opción.

Como dijo Rabindranath Tagore: “La vida fluye como los ríos y nadie puede bañarse dos veces en la misma agua”. Y Emilio nos dice, que podemos elegir en qué parte del río meternos.

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